El largo adiós del videoclub

Hubo un tiempo en que la gente, cuando quería ver una película, iba hasta el videoclub y elegía entre miles de cajitas, como si se tratara de una biblioteca. La alegre convivencia de los casetes en los estantes daba lugar a combinaciones impensadas de directores, estilos y épocas. Con la aparición del videoclub a mediados de los ochenta, el criterio para alquilar se volvió mucho más amplio que aquel con que se elegía qué ver en el cine. Y a veces, con tanta oferta, pasaba que uno no sabía qué alquilar, y entonces recurría al dueño o empleado que atendía el videoclub, que había visto casi todo. Bastaban dos o tres palabras –un género, un actor- para describir más o menos lo que se quería ver, y llegaba la sugerencia. Pero eso fue hace mucho.

Jaqueados por la piratería callejera, las descargas ilegales de internet y la reciente explosión de ofertas de cine online legal, los videoclubs son cada vez menos. Primero cerraron los más chicos, esos locales anodinos que eran videoclub pero podrían haber sido maxikiosco. A fines de 2010 cerró el gigante Blockbuster, que en su mejor momento llegó a tener 90 locales en el país. Y ahora parece que le llegó el turno a los videoclubes especializados, esos refugios para cinéfilos con catálogos enormes que abarcaban toda la historia del cine. En diciembre de 2007 ya había cerrado Estilo, un clásico de Villa Urquiza. Hace dos años, el completísimo videoclub El extranjero, ubicado en Chacarita, dejó de alquilar para dedicarse únicamente a la venta. En febrero de 2011 cerró Mondo Macabro, un célebre videoclub especializado en cine bizarro, fantástico y de terror ubicado en la galería Taurus de la calle Corrientes. En agosto cerró el enorme New Planet, que estaba en Córdoba y Mario Bravo, y en ese mismo mes empezó a liquidar sus películas New Film, de Belgrano, que bajó definitivamente la persiana en octubre. Y esos son apenas algunos ejemplos destacados de todos los que cerraron en los últimos años.

Auge y caída

En Argentina, los videoclubes aparecieron y se multiplicaron desde mediados de los ochenta. La década del noventa fue un momento de auge en la que llegó a haber unos diez mil locales en todo el país. Pero con el siglo XXI llegaron tecnologías nuevas, y el panorama empezó a cambiar. Si en 2005 quedaban tres mil videoclubes, hoy hay alrededor de 600. Semejante merma se explica, en primer lugar, por la piratería. Según cifras de la Unión Argentina de Videoeditores (UAV), en 2007 el total del negocio legal de venta y alquiler de videos facturaba 393 millones de pesos, pero para 2011 esa cifra cayó a 219,4 millones. La facturación de la piratería, en cambio, pasó de los 500 millones de pesos en 2007 a los 1150 millones en 2011.

El año pasado trajo, además, otra novedad que da cuenta de los cambios en la forma de consumir películas y series. En cuestión de meses, aparecieron varias ofertas para ver cine y series online por streaming (sin necesidad de descargar los archivos) y de manera totalmente legal: propuestas locales como OnVideo, MovieCityPlay o Vesvi y extranjeras como Netflix. “Nosotros damos la bienvenida a toda la competencia legal de los jugadores que se han sumado a la oferta de películas por internet y Pay-per-view. Sabemos que son las reglas del juego y no vamos a oponernos al desarrollo tecnológico e industrial del cine. El problema es el delito”, señala el presidente de la Cámara Argentina de Videoclubes (CAVIC), Juan Norberto Melo.

Frente a un panorama tan adverso que combina la competencia ilegal con el achicamiento del mercado por la aparición de nuevos competidores legales, es lógico que cada vez queden menos locales en pie. Los vecinos de Villa Urquiza todavía recuerdan con nostalgia el videoclub Estilo, que ocupaba un local enorme en la esquina de Mendoza y Avalos. Según cuentan en Estilo Misión, el restaurant que hoy ocupa esa esquina, Estilo cerró en diciembre de 2007. El videoclub estaba desde hacía muchos años en el barrio y el mito decía que era el más grande del país. Una vecina del barrio, estudiante de Artes combinadas en la UBA, cuenta que era socia desde la infancia y que el video había superado los 34 mil socios.  Otro vecino que trabaja como director de fotografía en cine y publicidad cuenta: “El videoclub estaba dividido por géneros y tenía una sección de clásicos donde podías encontrar casi cualquier película desde los inicios del cine. Realmente tenía un catálogo completísimo y muchísimos estudiantes de cine éramos socios. Incluso algunos que no eran del barrio se iban hasta allá especialmente, porque había pocos videos como ése en la ciudad”.

Cuando en 2010 el videoclub New Film, que estaba en O’Higgins entre Juramento y Mendoza, imprimió unos volantes color donde celebraba sus 20 años, los socios pensaron que el videoclub resistía gracias a un excelente catálogo y a la atención especializada. Pero esto no fue suficiente para contrarrestar las condiciones desfavorables que enfrenta la actividad, y a mediados de 2011 los socios se enteraron de que el local cerraba y ponía en venta gran parte de su preciado catálogo. New Film fue creado por un marino mercante al que le encantaba el cine. “Puso el video en los 90, cuando era un gran éxito. Pero este hombre murió en 2008 y quedó el hijo, que no tenía nada que ver con el cine ni le interesaba”, contó a El Guardián un ex empleado que había visto prácticamente todo lo que ofrecía el videoclub. “Pero el cierre fue por una suma de factores –continúa-. La piratería era el principal, porque perdimos muchos clientes. De hecho, fuimos uno de los últimos videoclubes en cerrar en Belgrano. Por otro lado, era muy caro comprar las películas de edición nacional, que cuestan entre 90 y 100 pesos”. Y esto era un problema grande porque, al estar especializado en cine clásico, el videoclub tenía que seguir comprando y renovando el catálogo constantemente para no quedarse atrás. “Además –agrega el ex empleado- ya estaba teniendo problemas para pagar el alquiler, que costaba cinco mil pesos mensuales e iba a aumentar. Y nuestros sueldos estaban en un período prepaleozoico”.

Otro videoclub especializado que bajó la persiana en 2011 es New Planet, que desde 1995 ocupaba un local de 250 metros cuadrados en Córdoba y Mario Bravo. Un año y medio atrás, el video se había mudado a un local más chico en esa misma cuadra para reducir costos, pero finalmente en agosto pasado cerró. “Lo que pasó con el video es que cambió el hábito. La gente no alquila más películas, se acostumbró a conseguirlas gratis o a comprarlas en la calle y a no tener que devolverlas. El hábito de alquilar e ir a devolverlas no existe más, es la realidad”, señala Adrián Solares, especialista en marketing, dueño del (cerrado) New Planet y de otro local dedicado únicamente a la venta de películas: Los unos y los otros.

Solares cuenta que, aunque New Planet no perdía plata, para mantener un video especializado tenía que conseguir –igual que New Film- todo lo que salía. “Te podés ocupar si te dedicás solamente a eso y te las rebuscás, pero si no es muy difícil. Yo me dedico a asesorar empresas en marketing y el tema del cine fue un hobby que creció muchísimo. Llegué a tener 20 mil títulos en VHS y 10 mil en DVD. Pero todos los años caía la facturación en algo. Todo aumenta un 25%, los sueldos todavía más y hay una presión tributaria terrible. A mi me apasiona el cine y me daba lástima cerrar, aguanté y aguanté, si un mes no me dejaba un mes plata lo seguía manteniendo, pero es difícil porque la gente ya no alquila”.

La presión tributaria a la que alude Solares es uno ejes del reclamo de la industria local del video hogareño, ya que la elevada carga impositiva se traslada a los precios y eso impide competir con los precios bajos de la piratería. El informe de la UAV explica que el 35% del precio final del alquiler o venta de un DVD corresponde a impuestos. Mientras otros productos culturales como los libros están exentos de IVA e Ingresos Brutos, el video sí debe pagarlos, además de un impuesto del 10% sobre el precio de venta o alquiler de cada película, que va para el Fondo de fomento cinematográfico del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).

Aunque la situación no es muy alentadora, para alivio del cinéfilo todavía hay unos pocos videoclubes especializados que resisten (ver recuadro). Uno de ellos es Black Jack, que está desde hace 22 años en la misma esquina de Guatemala y Malabia. “Redoblamos los esfuerzos y los resultados se mantienen. Pero si comparo con lo que era hace cinco años, bajó mucho la rentabilidad. Hoy el videoclub que subsiste es el atendido por sus dueños con una estructura de mediana a chica”, observa el dueño, Marcos Rago, que además es vicepresidente de CAVIC. Rago asegura que no evalúa la posibilidad de cerrar: “Yo amo este oficio y vivo de esto. Lo podría comparar con una buena librería. Me gusta el desafío de atender a mis clientes, hacerles conocer películas y directores e intentar conseguir el titulo que me piden. El cliente lo valora y vuelve por más”.

La comparación con las librerías no es exagerada. Con sus catálogos que combinan estrenos con películas de todas las épocas y una atención personalizada y experta que orienta a los clientes a través de la historia del cine, estos locales cumplen un rol cultural difícil de remplazar con tecnología. La situación es paradójica: cada vez quedan menos videoclubes donde conseguir algo más que el estreno de Hollywood, pero las opciones legales de internet tampoco satisfacen esa demanda, porque sus catálogos –bastante incompletos por cierto- no salen del mainstream. Melo reflexiona: “Incluso si se elimina toda la piratería de internet, va a quedar todo en manos de seis jugadores multinacionales y la gente va a perder la oportunidad de tratar con negocios que le ofrecen un panorama más amplio, porque Netflix no trae mucho cine argentino ni documentales; trae series y productos de los grandes estudios de Hollywood con los que hace convenios. Por eso yo reivindico profundamente la existencia del videoclub”.

(Publicado en El Guardián el 23 de febrero de 2012)

6 comentarios

  1. La verdad con Estilo Video todavia me acuerdo todas las cosas y en verdad me gustaria volver a abrirlo, como uno de los hijos del dueño como para seguir el legado y que Estilo vuelva a ser ese videoclub como cuando se puso en urquiza a mediados de los 80´s. Un saludo atte. Emmanuel Longhitano

  2. Para uno que fue comerciante debe ser trajico .Pero la pirateria le gano a lo original .Estamos en Argentina ademas .Ademas es mas comodo bajarte una peli por tu pc y ya no tenes que ir y ver quien llego primero y se llevo esa pelicula .Es Mejor .Ya no la devolves a la pelicula .Lo nuevo es siempre mejor

    • No hay como ver una película en formato de disco en un buen sillón y con un buen sistema de audio obvio que las películas por Internet a parte de ser pésimas en calidad y subtitulos (no todas) y gratis pero si querés ver cine de verdad no hay como el DVD y so decís que lo nuevo es lo mejor ni te imaginas lo que es un bluray o una película 4k

  3. New planet cambio de nombre ahora se llama Los unos y los otros y se dedica a la venta (ya no al alquiler) de peliculas 100% originales, nada de copias, tienen un stock gigante pero si no lo tienen te lo consiguen. Estan en av. corrientes 1948

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