Tropa de elite

La película brasilera Tropa de elite ganó el Oso de Oro en el último Festival de Berlín. Además, fue todo un fenómeno en el vecino país: la vieron alrededor de trece millones de brasileros, tres millones en cine y diez millones en copias pirata en dvd. El estreno generó mucha polémica acá, en Brasil y en otro países. La película fue acusada repetidas veces de fascista. Me gusta que una sola película ponga de manifiesto tantas y tan diversas cosas a la vez. Por un lado, evidencia a lo que puede llegar el lobby en los festivales internacionales de cine. Por otra parte, confirma algo que, a esta altura, suena a obviedad: con internet y los medios digitales, la forma de distribuir y ver cine cambió definitivamente. El problema de la violencia en Río, y la posición de la película ante él, ya es tema aparte.

La película narra, desde el punto de vista de un policía de la BOPE, un escuadrón policial de elite (¿el equivalente al grupo GEO de la bonaerense?), cómo la policía entra a las favelas a combatir a los narcotraficantes, torturando y matando jóvenes en el camino. Nascimento, el protagonista, es despiadado y no se cuestiona sus métodos en ningún momento. Es más, se enorgullece de que la BOPE sea el único reducto de honestidad en la policía de Río. Su concepción de la honestidad es, por supuesto, bastante laxa. La película se deleita en mostrar como asfixian a chicos con bolsas de plástico para que delaten a otros, a sabiendas de que luego serán asesinados en la misma favela por delatores.

El problema no es que la película cuente la historia de este personaje nefasto, cuya coincidencia con la realidad no es para nada casual. El problema es desde dónde lo hace. Elige narrar desde el punto de vista de Nascimento todo el tiempo y el discurso de la película se hace cargo de ese punto de vista. Comienza con una voz en off de tono confesional del protagonista que, a punto de ser padre, está decidido a dejar la BOPE. Para ello, debe entrenar aspirantes y elegir entre ellos a su sucesor. Las secuencias que muestran el terrible entrenamiento ponen de manifiesto los métodos de brutalización que utiliza la “tropa de elite”, es cierto, pero el tono está más cerca de la propaganda institucional que del cuestionamiento.

El director José Padilla escribió el guión junto con Rodrigo Pimentel, el ex agente de la BOPE en el que está inspirado el personaje de Nascimento. Con la elección del punto de vista, construye un relato parcial, creo que eso es lógico. El tema es que el film en ningún momento se distancia de la visión de este agente a partir de otros elementos narrativos o de puesta en escena. Por el contrario, otros elementos del film refuerzan esa mirada parcial.

Hay un segundo personaje, Matías, que al comienzo es un buen tipo, sensible e inteligente, al que la violencia de las situaciones que atraviesa en el combate con el narcotráfico lo va deshumanizando. La película propone al espectador acompañar a Matías en su recorrido. Al final, uno entiende por qué Matías se fue transformando hasta convertirse en un digno agente de la BOPE. Ese recorrido tiene mucho de justificación.

Pero eso no es todo. Matías se vincula en la universidad con chicos ricos que tienen una ONG en una favela. Estos chicos de clase media alta fuman marihuana, y hay uno que compra en la favela para vender en la facultad. Matías -y, a través suyo, la película-, los condena como cómplices del narcotráfico. El relato extiende así una crítica -velada- a todo tipo de trabajo social que pueda hacerse en las favelas. Es real que para trabajar en una favela se necesita del apoyo de los narcos que mandan allí, no tengo dudas de eso. Pero eso no los transforma en narcotraficantes, ni tampoco el hecho de fumar porro en cómplices. Es una visión esquemática y simplista. En cuanto al chico que compra allí y la vende fuera, sí tiene un grado de complicidad. Pero al elegir mostrar ese caso y al ponerlo en el contexto del film, el saldo implícito parecería ser que todo trabajo social en las favelas, en el fondo, se reduce a eso.

Creo que hay un hecho que ilumina bastante bien lo que sucede. Para muchos brasileros, lo que hace Nascimento está bien. Desde el centro del conflicto, no todo el mundo comparte la mirada políticamente correcta que algunos presuponen, esa que lleva a decir: “Justamente, la película muestra lo que son los de la BOPE, sus miserias, y por eso no se pone de su lado”. No estaría tan segura.

Ademas de no coincidir en absoluto con la posición que asume la película, creo que no está bien contada. A nivel de estructura, hace agua. Comienza con una historia que luego termina y pasa a otra, como si fueran dos capítulos sucesivos de una serie televisiva. No hay una unidad narrativa que las vincule, son sucesivas en el tiempo, pero son dos historias distintas y los puntos de contacto entre ambas no alcanzan para sostenerla, para darle una mínima cohesión. Por eso, a pesar de toda la acción, los tiros y la sangre, la cámara en mano, los cortes abruptos y el estilo Policías en acción, en determinado punto la película aburre.

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