La nueva sede del Museo del Cine

A poco de cumplir 40 años, el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken volvió a estar plenamente abierto al público. El lunes 1 se inauguró la nueva sede, ubicada en Caffarena 49, en La Boca, en un edificio anexo a la antigua usina de la Compañía Italo Argentina, diseñada por el arquitecto Juan Chiogna en 1916. Teniendo en cuenta la historia de postergación y olvido de este Museo -en 40 años atravesó siete mudanzas- se trata de una gran noticia. De todas formas, el problema edilicio de la institución -que depende del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires- no está del todo resuelto, porque todavía está pendiente la construcción o el acondicionamiento de un depósito especial para guardar la colección de películas en fílmico, ya que en Caffarena no hay espacio suficiente.

El Museo del Cine, cuya misión es rescatar, conservar y preservar el patrimonio fílmico y audiovisual argentino y enriquecer la cultura cinematográfica, se fundó el 1 de octubre de 1971, luego de que Jacinta Vicente de Ducrós Hicken donara la colección cinematográfica de su marido fallecido, el investigador, ensayista y realizador Pablo Ducrós Hicken. Desde entonces, el Museo tuvo una historia accidentada, con una mudanza tras otra. Primero funcionó en el Centro Cultural General San Martín. En 1978 fue trasladado al Instituto Di Tella, en Florida al 900. Pero antes de cumplir un año allí, se tuvo que mudar al ex Asilo Viamonte, donde hoy está el Centro Cultural Recoleta. Tampoco en esa sede duró mucho. En 1983, un derrumbe obligó a trasladar el Museo al edificio en el que entonces funcionaba la escuela Carlos Tejedor, en Sarmiento al 2500.  Y aunque parezca insólito, el periplo no terminó allí. En 1997 el Museo tuvo que volver a empacar y trasladar todo su patrimonio, que incluye más de 65.000 rollos de película, 400 aparatos de registro y reproducción de imágenes,  3000 afiches, 360 bocetos originales de escenografía y vestuario,  400 piezas de vestuario,  60.000 fotografías, 100.000 documentos (recortes periodísticos, contratos, cartas personales), 4 mil libros especializados y otros tantos guiones.

Con el patrimonio a cuestas, el Museo recaló en un edificio ubicado en Defensa y San Juan, al lado del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba). Estuvo allí hasta 2005, cuando volvió a trasladarse, esta vez a Barracas. Se suponía que estaría allí de manera provisoria, mientras durara la construcción del Polo Sur Cultural, que integraría el Museo del Cine con el Mamba. Pero con la crisis de 2001 se complicó la financiación de la obra, y finalmente el proyecto se limitó al Mamba. El Museo del Cine permaneció en la sede de Barracas, en la que no había espacio para montar exhibiciones abiertas al público ni para desplegar todo el material de la enorme biblioteca. Parte de sus colecciones permanecieron empacadas durante años, y la institución funcionó como pudo, gracias a la buena voluntad de los empleados, sin que las autoridades porteñas se ocuparan del tema.

Quizás por eso, hasta julio de 2008 mucha gente ni siquiera sabía que en la ciudad había un museo dedicado a preservar el cine argentino. Pero entonces una noticia increíble dio la vuelta al mundo y puso al Museo en boca de todos. La directora del Museo y especialista en preservación, Paula Félix-Didier, y el coleccionista e historiador del cine, Fernando Martín Peña, descubrieron que la copia de la película alemana  Metrópolis (Fritz Lang, 1927) que guardaba el Museo era la única completa que quedaba en el mundo. Pero el espectacular hallazgo, un verdadero hito en la historia del cine mundial, no alcanzó para conmover a las autoridades, que dejaron pasar otros tres años antes de empezar a resolver el problema edilicio.

Una institución singular

El Museo del Cine es único. Por ahora, y hasta que empiece a funcionar la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional, es la única institución pública dedicada a preservar el patrimonio fílmico. Pero además, como explica Félix-Didier, es una institución “triple”. En general, los archivos cinematográficos preservan películas y los museos cinematográficos guardan objetos vinculados con el cine. Pero el Museo del Cine porteño es a la vez museo, biblioteca y archivo fílmico. “El Museo tiene una complejidad muy distinta a la de otros museos y archivos con colecciones más homogéneas. Tiene doce colecciones distintas, y cada una requiere un depósito particular, en un espacio separado de los demás, con condiciones de temperatura y humedad distintas”, explica la directora.

Con la inauguración de la nueva sede se resolvió el problema de la falta de contacto con el público. El edificio de la calle Caffarena cuenta con una sala de proyección, espacio para exhibiciones, oficinas administrativas y el centro de documentación, que incluye libros, revistas y recortes periodísticos relacionados con el cine. Según explicó Félix-Didier, la reapertura del Museo será por etapas. Ya está abierta al público la muestra permanente, con afiches, piezas de vestuario, guiones y otros objetos, y en una segunda instancia se reabrirán la biblioteca, la videoteca y las oficinas.

Sin embargo, todavía está pendiente el tema de los depósitos para las latas de fílmico. Por ahora permanecerán en Barracas, pero el edificio es propiedad del Correo Argentino, que hace tiempo pretende recuperarlo. El tema no es menor. Por un lado, en la colección de fílmico del Museo hay películas en nitrato de celulosa -el soporte que se utilizó hasta la década del 50- que debe almacenarse con sumo cuidado porque es inflamable. Pero además, para que el fílmico resista el mayor tiempo posible, debe almacenarse en condiciones específicas de humedad y temperatura. Si no se guarda bien, se deteriora y a la larga se descompone. En Argentina, la falta de cuidados adecuados llevó a que se perdiera o destruyera el 90% del cine mudo y el 50% del cine sonoro nacional.

Cuando se conoció la noticia de la apertura de la nueva sede, el Ministerio de Cultura porteño explicó que, en el segundo semestre de este año, saldrían a licitación los pliegos para la construcción del depósito, pero no aclaró por qué esa tarea no se había encarado antes. Ahora, ante la consulta de El Guardián, el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, señaló que no habrá licitación, sino que a partir de octubre el Ministerio se ocupará directamente de acondicionar un edificio ya existente. Lombardi no precisó dónde estará ubicado, pero señaló que tendrá 1500 metros cuadrados de bóvedas climatizadas. Si esto se cumple, si no queda en un simple anuncio, en marzo de 2012 el Museo del Cine tendrá, después de 40 años, los depósitos que necesita para cumplir su misión.

(Publicado en El Guardián el 4 de agosto de 2011)

Deja un comentario