Masterplan. Entrevista a Diego y Pablo Levy

En el mundo del cine hay varias duplas de hermanos: están los Coen, los Dardenne, los Taviani, y en Argentina tenemos a los hermanos Diego y Pablo Levy, que en 2011 presentaron un pequeño gran documental llamado Novias-madrinas-15 años y este jueves estrenan Masterplan, su primer largometraje de ficción. Masterplan es una comedia muy divertida en la que se percibe cierta influencia de la nueva comedia americana, con esos personajes que le temen a la adultez. El protagonista es Mariano (Alan Sabbagh), que está por casarse con su novia (Paula Grinsszpan) y frente a la dificultad económica para comprar todo lo que necesita para la nueva casa, idea junto con su cuñado (interpretado por Pablo Levy) una estafa con la tarjeta de crédito que en principio parece perfecta pero, por supuesto, falla. Preocupado por que lo descubran, Mariano no tiene mejor idea que deshacerse de su adorado auto Siam Di Tella y denunciarlo como robado, y así complica un poco más las cosas.

Después de la buena repercusión de Novias-madrinas-15 años en el Bafici 2011, donde ganaron el premio del público, los Levy, que no tenían mayor experiencia en cine, se animaron a dar el paso a la ficción. Un conocido les contó la anécdota del auto robo de la tarjeta de crédito, y ése fue el punto de partida para escribir el guión junto con Marcelo Panozzo. Filmaron bastante rápido, y en abril de este año la película participó de la competencia argentina del Bafici. Hace unos años, ninguno de los dos hubiera imaginado que participarían en dos ediciones seguidas del festival de cine porteño o que en 2012 estrenarían no una sino dos películas (Novias…tuvo su estreno en marzo). “Nunca pensé que iba a hacer cine, para mí es rarísimo, vino todo medio de casualidad y por eso lo disfruto”, dice Diego, fotógrafo profesional que ha recibido varios premios.  Pablo, que es actor, tampoco se imaginaba que iba a dirigir: “Para mí esto paso por algo de la ansiedad y las ganas de hacer cosas. El mundo del actor me costaba mucho: que voy a un casting, que si quedo o no quedo, que  entro en un proyecto y a los tres meses estoy de vuelta afuera. En un momento, mientras trabajaba como actor, me empezaron a gustar las cámaras y empecé a interiorizarme”.

Con algo de tiempo libre y ganas de llevar adelante algún proyecto, los hermanos empezaron a filmar a los empleados de la sedería que su padre, Elías, tiene en el Once, y casi sin querer ese material se convirtió en un largometraje documental.  “Todo se dio de forma medio azarosa pero está bueno, nuestras películas tienen algo de eso también, de adaptarnos y que las cosas se hagan como sea”, señala Pablo. Con esa misma idea encararon el segundo proyecto como directores. Y si bien esta vez tuvieron apoyo del INCAA, la producción de la película mantuvo no sólo la mirada humorística y cariñosa del documental anterior, sino también el espíritu independiente: filmaron en HD con la cámara de fotos de Diego, con un equipo técnico muy reducido –cinco personas en total-, sin grandes camiones de equipos ni catering; un método de producción más cercano al de un cortometraje que al de un largo. La premisa fue adaptar la búsqueda estética a los recursos disponibles para contar la historia que querían contar.

De todo lo que implica el cine de ficción, lo que tanto a Pablo como a Diego les resultaba más lejano era la cuestión del guión. Por eso, aunque escribieron uno, después trabajaron con bastante independencia del papel, y eso se percibe en la frescura y espontaneidad que se respira en toda la película. “Nos apoyarnos mucho en los actores; con los que yo estudié durante toda mi adolescencia en la escuela de Nora Moseinco. Ahí siempre trabajamos sobre el humor, el absurdo, la improvisación y la tranquilidad en escena, y yo siento que a este tipo de actores el guión los limita un poco”, señala Pablo. El guión fue, entonces, un punto de partida para que los actores buscaran y desarrollaran las escenas con sus propias palabras.

Además, los directores incluyeron a un no actor como Andrés Calabria, uno de los vendedores de la sedería que aparecía en Novias…, para el papel del homeless que adopta el Siam Di Tella como vivienda, y en el que Mariano encuentra un refugio frente a la crisis de su mundo personal. “De los seis personajes de Novias…, Andrés fue el que más se destacó o por lo menos generó mucho cariño. Hubo una apuesta actoral a Andrés que funcionó. Alan nos decía que si le pedíamos eso mismo a un actor, no lo podría hacer. Nadie podría actuar así, con todo lo que incluye Andrés: esa voz, ese physique du rol. Andrés trabajó de la misma manera que el resto de los actores: desde la frescura, la naturalidad y la gracia propia. Con Alan estaban a la par y eso fue lo que más nos sorprendió”, observa Pablo.

Las ganas de filmar la película como fuera, sin dejar que las cuestiones de producción se transformaran en impedimento, se notan mucho en esta película simple pero efectiva, y sobre todo divertida. Tratándose de una comedia, un género bien complicado –nada más difícil que hacer reir-, se trata de una apuesta importante que salió bien. Para los Levy, la clave fue ser fieles a ellos mismos: “La premisa –señala Diego- es que si nos divierte a nosotros, vamos para adelante. No estamos pensando si un chiste, una escena o situación va a funcionar o puede ser graciosa para el resto. Y a veces funciona en la sala y muchas veces no. En el Bafici nos sorprendió que había muchos momentos en los que la gente se reía en los que nosotros no pensábamos que se iba a reír y viceversa. Supongo que eso le debe pasar a cualquier director”.

La gran diferencia con otros directores es que, en este caso, los aciertos y los errores son compartidos; ventajas y desventajas de trabajar a dúo. Los Levy aseguran que se llevan bien y cuenta que no se reparten rigurosamente los roles, pero reconocen que cada uno tiene mayor afinidad con ciertos rubros de la producción. “Participamos los dos en todas las decisiones, pero por lógica yo me apoyo más en Pablo en la parte de dirección de actores y él se apoya más en mí en la parte fotográfica. Nos complementamos”, señala Diego. Pablo asiente y agrega: “En general estamos bastante de acuerdo y eso es lo que hace que funcione”. Y debe ser así, porque ya empezaron a trabajar en una nueva película, la tercera juntos.

(Publicado en El Guardián el jueves 25 de octubre de 2012)

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