Detrás de escena de una porno star

La sueca Ninja Thyberg cuenta la investigación previa a Pleasure, su películas sobre la industria del porno, y cómo cambió su mirada sobre las relaciones de poder entre el consentimiento y el racismo.

Ninja Thyberg vio por primera vez una película porno a los dieciséis años y se convirtió en una activista antiporno. Después descubrió la pornografía feminista y su punto de vista cambió. En 2013 estrenó un corto, también titulado Pleasure, y luego la curiosidad la llevó a Los Ángeles para investigar el tema de cerca. A partir de esa experiencia, escribió y dirigió su primer largometraje, que pasó por festivales como Sundance y Cannes y ahora puede verse en la plataforma MUBI.

La película cuenta la historia de la ambiciosa Bella Cherry, una chica sueca de 19 años que llega a Los Ángeles para cumplir el sueño de convertirse en una estrella porno. Bella se instala en una casa con otras chicas, filma su primera película, sube fotos a las redes sociales, asiste a fiestas y conoce el lado más oscuro de ese universo en el que pretende escalar. Pleasure no se detiene en los motivos de Bella, sino que la acompaña en ese recorrido iniciático sin juzgarla. Salvo la debutante Sofia Kappel, que interpreta a Bella, todo el resto del elenco proviene del mundo de la pornografía y probablemente eso explique la autenticidad que transmite la película, que por momentos parece un documental.

Si en el cine porno predomina la mirada masculina, esta película ofrece una perspectiva distinta. Thyberg elige narrar la historia desde el punto de vista de Bella para mostrar todo eso que no se ve: el detrás de escena de los rodajes, las rutinas de los actores y, sobre todo, las relaciones de poder, la explotación y el racismo en el funcionamiento cotidiano de esta industria.

¿Por qué te interesó hacer una película sobre el porno?

En realidad he estado interesada en la pornografía durante toda mi vida adulta. Al seguir el debate durante tanto tiempo, me volví muy consciente de que las cosas se pueden interpretar de muchas formas diferentes y me interesé en las personas que trabajan en la industria: en cómo veían su trabajo y cómo era la dinámica en el set de filmación. Hice el corto sin haber estado nunca en un rodaje porno, pero cuando empecé a preparar el largometraje decidí que tenía que hacer una investigación adecuada y viajé a Los Ángeles.

¿Cómo fue el acercamiento a la gente de la industria en Los Ángeles?

Viajé por primera vez en 2014 y Mark Spiegler (un reconocido representante de actrices porno que en la película se interpreta a sí mismo) fue uno de los primeros que conocí. A cada persona que entrevisté le pedí que me presentara a alguien más. Creo que sintieron que mi intención era genuina, que quería hacer algo que no estuviera basado en prejuicios, y por eso me ayudaron. Logré armar una red cada vez más grande y, al final del primer viaje, tenía unas cuatrocientas páginas de entrevistas. Luego volví y continué. Un tiempo después ya no me sentía una observadora, sino parte de esa comunidad. Me hice amiga de mucha gente y me basé en todo eso para escribir el guión.

¿Cambió tu punto de vista sobre el tema después de hacer la película?

Sí, cambió mucho. Me volví más humilde, abierta y consciente de mis propios prejuicios. Las personas que conocí eran personas normales y, además, vi que había muchos tipos de gente y de porno, y muchas razones distintas para hacerlo. Antes creía que las mujeres en el porno no tenían la misma conciencia que yo sobre el patriarcado y que cumplían esos roles porque no veían el cuadro completo. Y ésa fue una lección, porque realmente saben mucho más que yo sobre el patriarcado. Por otro lado, de los hombres se espera que en las películas sean machos agresivos y dominantes, pero en privado no todos son así. Algunos sí, pero otros se sienten incómodos en esos roles.

En la película hay dos escenas centrales: un rodaje de BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) dirigido con mucho respeto por una mujer, Aiden Starr, que se interpreta a sí misma; y otro rodaje en el que hay una situación de abuso muy violenta. ¿Por qué decidiste incluir esas escenas juntas?

Esas escenas funcionan en espejo, reflejan dos formas de hacer las cosas y eso se ve muy claro al estar una detrás de otra. De lo que se trata realmente es de la importancia del consentimiento. En la primera hay una directora mujer y la experiencia es muy diferente, porque la mayoría de las directoras mujeres también fueron actrices porno, tienen mucha más empatía y se preocupan por el bienestar de los actores. Para mí era importante mostrar una experiencia positiva, porque la mayor parte de la película pone el foco en las estructuras de poder tan problemáticas de la industria: la dominación masculina, el patriarcado, el racismo, el capitalismo. Pero la industria del porno no inventó esas estructuras, sino que están por todas partes y el porno forma parte como el resto de la sociedad. La escena que dirige Aiden Starr sigue siendo una escena de dominación en la que un hombre es violento con una mujer sumisa, pero quería mostrar que se puede hacer de una manera ética. Es muy evidente para el espectador que se trata de un juego de roles.

En la pornografía predomina la mirada masculina. ¿Qué pasa con esa mirada cuando dirige una mujer?

Cada vez hay más directoras y, a partir de la pandemia, cada vez más mujeres producen su propio contenido para OnlyFans. Es un cambio importante que está transformando la industria desde adentro, pero el hecho de que una mujer tome la cámara no significa que necesariamente vaya a asumir una mirada distinta, porque las mujeres tenemos interiorizada la mirada masculina y porque la mayoría de los consumidores son hombres. Hay que distinguir entre el contenido y las condiciones de trabajo. Puede haber gente que trabaje de un modo ético y aún así produzca contenido marcado por la mirada masculina, con la mujer como objeto sexual. Si tenés una cuenta en OnlyFans, probablemente lo hagas para ganar dinero y la mejor manera de obtenerlo ahí es seguirle la corriente a la mirada masculina.

La película transmite una gran autenticidad. ¿Cómo fue recibida por la gente de la industria?

Todos dicen que es muy realista y algunos se quejaron de que es demasiado realista, que está muy centrada en las partes oscuras del porno. Creo que algunos se imaginaron una película narrada desde la mirada masculina y cuando la vieron se sorprendieron al verse desde esta perspectiva. Es cierto que está bastante enfocada en los aspectos negativos, pero también dejé muchas cosas afuera. Cuando la gente la ve por segunda vez, repara más en el humor, la calidez y otras cosas, pero la primera vez es un shock. La mayor parte del elenco la apoyó y recibí mensajes muy positivos de otras actrices de la industria. De todas formas, tampoco creo que se pueda hacer un retrato objetivo.

Más allá de las buenas críticas que recibió la película, ¿crees que puede contribuir al debate público sobre las relaciones de poder entre los géneros, el consentimiento y el racismo?

Espero que lo haga, porque una de mis intenciones era crear una discusión más abierta sobre el tema. Es importante que empecemos a hablar y a reconocer que esto existe, porque el porno es parte de nuestra cultura y no va a desaparecer porque lo ignoremos. Debatir sobre el porno es la mejor manera de lidiar con sus aspectos más negativos.

(Publicado en Revista Ñ el 2 de julio de 2022)

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