Campanella: «No me interesa dirigir películas en Hollywood»

Domingo a la tarde. La sala de cine, con capacidad para más de 500 personas, está casi llena. Se proyecta la última de Woody Allen, Medianoche en París, pero las carcajadas empiezan antes que la película, porque entre los avances se cuela el trailer de El hombre de tu vida, el nuevo unitario de Juan José Campanella, que esa misma noche debutará en Telefé. Por la pantalla grande desfilan Guillermo Francella, Mercedes Morán y Luis Brandoni, y se escuchan esos diálogos que ya son casi una marca del director. Por un minuto, el público se olvida de que se trata sólo de un avance y ríe con ganas. El público ama a Campanella. La reacción en la sala es apenas un adelanto de lo que pasará unas horas más tarde, cuando el unitario alcance los 27,4 puntos de rating.

Campanella es un cineasta atípico. Para empezar es, junto con Luis Puenzo, uno de los dos directores argentinos que ganaron un Oscar. Realizador popular pero también prestigioso, después de ganar el máximo premio del mundo del cine por El secreto de sus ojos, no se mudó a Hollywood sino que eligió quedarse en Argentina.

En realidad, este director fanático del cine norteamericano de los 70 ya había trabajado en Hollywood incluso antes del Oscar. Y como sabe de qué se trata, no está ansioso por volver. Campanella estudió cine en la New York University, dirigió un primer largometraje en Estados Unidos (El niño que gritó puta, 1992) y también capítulos de series como Dr. House o La ley y el orden.

Mientras continúa el rodaje de El hombre de tu vida, Campanella da clases de guión junto con Aída Bortnik, preside la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y trabaja en otro proyecto que va a dar que hablar: Metegol, un film de animación en el que trabajan, entre Argentina y España, unas 120 personas.

En el nuevo unitario, que tendrá 22 capítulos y se emitirá hasta diciembre, el director vuelve a trabajar con Francella. El programa significa la vuelta de ambos a la pantalla chica después de cinco años. Francella no hacía tele desde Casados con hijos, y lo último del director para la pantalla chica fue Vientos de agua, una serie épica sobre las migraciones entre Argentina y España.

El hombre de tu vida es una comedia que tiene como protagonista a Hugo, padre de un adolescente que se queda sin trabajo y empieza a colaborar con su prima Gloria en  una agencia de citas que promete encontrarle a hombres y mujeres su media naranja. Como la clientela es mayormente femenina, Gloria convence a Hugo para trabajar de comodín: la idea es que encante a las mujeres para que queden satisfechas con la agencia, pero que a la vez las espante con detalles que ninguna mujer dejaría pasar, para que ellas se decepcionen y no quieran volver a verlo.

¿Cómo surgió el proyecto?

El proyecto surge en una charla con una amiga que fue a un lugar así y me contó su experiencia: la salida con el hombre que había elegido, cómo fueron las entrevistas. Empezamos a bromear, a imaginarnos un escenario en el que solamente tenían un tipo en esta agencia, y me pareció que era un buen disparador para contar historias relacionadas con la búsqueda del amor.

¿Concebiste el proyecto para que lo hiciera Francella?

Sí, si no lo hubiera podido hacer él, no lo hacía. De hecho, le presenté la idea a Guillermo y a Marcela Guerty (coordinadora autoral del unitario junto con Campanella). A los dos les gustó, se prendieron, y con esa idea fuimos a Telefé.

Ya filmaron diez capítulos. ¿Cómo evaluás la experiencia?

Muy positivamente, mucho mejor de lo que esperaba. Es una manera nueva de producir aquí, esto de trabajar con varios directores y autores, con anticipación, con un equipo en la previa y otro en la producción, con mucha postproducción. Cada capítulo tiene dos o tres semanas de montaje. Tenemos la suerte de haber empezado a trabajar en marzo, se atrasó por temas de programación y pudimos darle más tiempo para producir, postproducir y encontrarle el tono. Estoy contentísimo con el resultado.

¿Qué opinás de la televisión argentina actual?

Quiero aclarar una cosa, porque he leído por ahí declaraciones de Guillermo o mías de que queremos cambiar la televisión y no es así. Además de pretencioso, me parece casi imposible que un programa pueda hacer una cosa así. Yo decía que era una manera de cambiar el sistema de producción de un capítulo y se entendió como cambiar la televisión. Quisimos hacer un programa que un tuviera tiempo de maduración de los guiones, empezamos a escribir en septiembre del año pasado; con más días de filmación, con técnicas cinematográficas, con las mismas cámaras que usamos para El secreto de sus ojos. Apelamos a atraer a un público que le ha dado la espalda a la televisión, que la apagó o se fue para el cable. Entendemos que se puede hacer una televisión entretenida y popular con un poco más de trabajo. A mí no me gusta el 80% de la televisión de aire. Hay muchos programas que me gustan o que me gustarían pero no los veo porque están demasiado tarde para mí. Pero de que no me guste a mí a decir que hay que cambiarla hay un trecho largo.

Ahora estás trabajando en Metegol…

Ahora, hace un año y por un año y medio más. Y el desarrollo fueron otros tres años. Empecé un año antes que con El secreto de sus ojos. Es una película de animación muy complicada, hay que crear todo desde cero: los decorados, las caras, lleva muchísimo tiempo. Va a haber una versión estereoscópica (en 3D) pero no cambia en nada, la estoy haciendo como si fuera una película normal. El guión es de Gastón Gorali, Eduardo Sacheri y mío. Gastón y yo hicimos una primera versión, en el interín filmé El secreto de sus ojos y finalmente Metegol se confirmó. Pero como no estábamos conformes con el guión lo traje a Eduardo (Sacheri, coguionista de El secreto de sus ojos y autor de la novela en la que se basó la película), que además sabe mucho más de fútbol. Le pedí que nos diera su visión futbolísitica del guión y realmente hizo un par de comentarios que dieron lo vuelta como una media. Prácticamente lo hicimos de nuevo.

¿De qué se trata la película?

La historia es sobre un chico en un pueblo que es un genio del metegol, pero a medida que crece se va quedando como un tonto que solamente sabe jugar al metegol. En un momento viene un crack del fútbol mundial, el jugador más famoso del planeta, que es oriundo de ese pueblo y al que él, cuando eran chicos, lo humilló en el metegol, la única vez que el tipo perdió en su vida. Entonces viene, compra el pueblo y lo quiere convertir en un estadio gigante, quedarse con el metegol, destruirlo. Entonces él, junto con los jugadores del metegol, tiene que tratar de volver a juntar al equipo primero y después de salvar al pueblo.

¿Te interesa el cine  en 3D?

Me interesan las posibilidades, no me interesa lo que se está haciendo. Cuando lo empecé a ver, que daban películas cortas de IMAX en algunas salas de Nueva York, ahí me gustó muchísimo. Era impresionante, como estar sentado en el escenario de un teatro, tenía lo mejor del teatro y lo mejor del cine. Pero por cómo se está aplicando ahora en películas largas me parece que la tecnología todavía no está, se ve oscuro, no aporta demasiado. Espero que lo mejoren, que se vea con luz como se ve el cine.

¿Cambió tu forma de trabajar después del Oscar? ¿Tuviste más propuestas?

Mi manera de trabajar no cambió. Tuve muchas propuestas, pero no me interesaron. Hollywood abandonó todo intento serio de hacer películas para adultos, no le interesa. Salvo alguna que puede llevar adelante algún director importante, en general, si sale un director interesante del cine independiente, lo contratan para hacer Linterna verde o Hulk. Tuve propuestas para hacer películas de acción, de superhéroes, Los cuatro fantásticos, la quinta parte de Terminator, cosas así. Una propuesta sí me gustó, una película para chicos muy original y hasta bastante transgresora (Heck, producida por MGM). Me gustó la novela en la que estaba basada y estuve trabajando, pero en este año y medio de desarrollo y escritura del guión perdió gran parte de los elementos que me habían interesado, se pasteurizó mucho, así que renuncié. Pero me llamaron y me estoy yendo para allá para ver si encontramos un guión que nos guste a todos.

¿Te interesa dirigir en Hollywood?

Me interesa hacer una película que me guste, si es en Hollywood o no, no importa. No me interesa dirigir en Hollywood por el hecho de dirigir en Hollywood, incluso tiene grandes desventajas, con mucha más gente en el proceso de decisión, puede ser muy frustrante. Ya pasé por esa experiencia en un largometraje y fue muy fea. No tengo ningún apuro en volver, acá hago lo que quiero.

¿Qué te interesa del cine actual?

Nada. Me interesa lo viejo, vuelvo a ver cine de los 70, películas que no he visto. Alguna nueva veo también, para mantenerme un poco al tanto cuando se habla mucho. Vi un par de Judd Apatow, de la comedia nueva, para ver en qué estaba, pero no las vería de nuevo. Con Ligeramente embarazada me reí un par de veces fuerte, pero llega un momento en que todo el devenir de la película es muy predecible. Antes las películas de Ernst Lubistch, Billy Wilder o las comedias de Frank Capra tenían otros elementos que te atrapaban y más ingenio de diálogo, que es lo que a mí me gusta. El diálogo se abandonó como herramienta en el cine yanqui. Eran otras historias, emocionalmente también te interesaba la película, y éstas no. A mí me gusta mucho más la televisión americana que el cine. La versión americana de The office me parece espectacular, 24 es la mejor serie que se haya hecho en la historia, el mejor thriller.

¿Y cómo ves al cine argentino?

No quiero hacer comentarios, soy el presidente de la Academia y nunca me gustó hablar de alguien en particular. Creativamente creo que está en ebullición, con gente que aparece, gente que funciona y otra que no. Desde el punto de vista de la producción y de todo lo que no tiene que ver con la creatividad, está en un muy mal momento.

Hace poco se supo que en el primer semestre del año los estrenos argentinos captaron apenas el 8,5% del público total…

El público no tiene relación con el cine argentino. Eso provoca una cadena de acontecimientos: es muy difícil exhibirlo porque los exhibidores piensan a priori que una película argentina no va a interesar, y ya empieza a complicarse. Si una película difícil para el público -no digo mala, puede ser buena pero difícil- encima tiene una mala salida, entonces se empiezan a potenciar los problemas. Pero si tiene conexión con el público, el público responde muchísimo más que si fuera una película extranjera. Si El secreto de sus ojos, tal cual como fue, hubiera sido una película yanqui con la estrella más grande, con George Clooney o Brad Pitt, no iban dos millones de personas, iba un millón. Si al público le gusta, responde muchísimo más al cine nacional. Pero el cine argentino no tiene corriente de público acá, cada película se tiene que probar y tiene que ser excelente. Es como cuando vas a comprar un auto usado, lo tenés que hacer ver por un mecánico, tenés que salir andar. En cambio, cuando comprás uno nuevo lo elegís por la pinta. Un auto usado pasa por mil pruebas, y para que vayan en masa a ver cine argentino una película tiene que pasar por mil pruebas, cosa que con el cine yanqui no pasa. Pero cuando pasás esas pruebas, el público responde con pasión.

¿Sentís que con tus películas ya pasaste esa prueba?¿El público responde a una propuesta tuya  porque es “de Campanella”?

No. Yo creo que hay un voto de confianza, pero que igual puede fracasar. El boca en boca es muy veloz, y que alguien diga “es buena”, para el cine argentino es malo. Para lograr que alguien vaya a ver una película argentina te tienen que decir “no te la podés perder, es un evento social, es excelente, te quedás fuera de lo que pasa en el país si no la ves”. Así tiene que ser la recomendación, de 9 o 10 puntos. Es una lástima, pero es lo que nos hemos ganado, porque además ocurrió que la crítica, para ayudar a un cierto tipo de cine, muchas veces habló bien tanto de las buenas películas de ese tipo de cine como de las no tan buenas, y se quemó. Acá nadie le da pelota a la crítica sobre cine argentino. El público le cree cuando dice que una película es mala, porque es lo que quiere creer. Pero cuando dice que es buena no le cree, porque ya se clavó varias veces.

(Publicado en El Guardián, 21 de julio de 2011. PDF 094-097 campa)

 

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